domingo, 28 de junio de 2009

Es inevitable sentir miedo.

Es inevitable sentir pánico, angustia.

Hay ciertos momentos en la vida en los que no te esperas que algo malo pase. Y de repente te pilla de imprevisto.

No te das cuenta del momento en el que ha pasado ni porque. O tal vez si, pero no puedes ser conciente de la situación por la que estas pasando.

En la vida te enseñan muchas cosas.
Te enseñan a ser educado, a mantener la compostura, a no perder los nervios, ni actuar sin pensar.

Te enseñan a saber afrontar la vida, los peligros, los miedos, las angustias.

Te enseñan a como salir de los malos momentos. Como caer y volver a levantarse.

Te enseñan a vivir.

Pero hay ciertas cosas que aunque te las enseñen o intenten hacerlo... hasta el momento en el que las vives no sabes como afrontarlas.

En esos momentos se te olvida todo lo aprendido.

Te quedas bloqueada, sin saber que hacer, ni como actuar.

No sabes ni quien eres, ni que es lo que estas haciendo.

Se te olvida las razones por las que estas ahí. Se te olvida como te llamas, quien eres.

Se te olvida todo. Pero en medio de esa nube de incertidumbre, en medio de esa confusa niebla que no te deja diferenciar tu camino…

recuerdas que hay una persona.

Una sola, que sabe que hacer en ese momento, que sabe como sacarte de esa situación, que sabe mantener tu vida.

Que sabe hacerte vivir, y hacerte volver a sonreír.

En esta vida se empeñan a enseñarte a afrontar el día a día, a vivir. Pero lo que no te enseñan es a saber como morir.