domingo, 9 de noviembre de 2008

En la vida siempre hay que tomar decisiones.



Sencillas o complicadas, fáciles o difíciles, gratas o indeseables, cómicas o tristes. Pero al fin y al cabo decisiones.
Siempre optas por lo más fácil.
Quizás la naturaleza nos hizo así de débiles, o así de cómodos.
Siempre quieres que las cosas se acaben pronto, que los problemas desaparezcan, que nada pueda romper esa calma que intentas conseguir continuamente.
Hay veces que esas decisiones pueden llevarte a la victoria, o en cambio a tu derrumbe definitivo.
Puede que hagas bien o mal, puede que te arrepientas o no.
A veces se piensa que hay una vía de escape, que casi como por arte de magia te vas a tener que quitar ese terrible peso de encima.
Pero cuando te quieres dar cuenta, de nuevo estas en las mismas.
Las decisiones son como los ejercicios de matemáticas.
Tienes que razonarlas, meditarlas y definitivamente resolverlas y dar el resultado perfecto.
Lamentablemente no somos matemáticos, ni personas perfectas.
Por eso muchas veces no tomamos la decisión adecuada.
La única esperanza que te queda es tener un comodín, algo o alguien a quien puedas recurrir, y que te ayude a tomar la decisión adecuada, la precisa, la perfecta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Somos débiles, en cuanto a sentimientos se refiere, por naturaleza...
¿Tomaste la acertada? el tiempo lo dirá, si es que no lo sabes ya...^^

caipirinha dijo...

te lo he dicho te lo he redicho y te lo dire mil veces mas......q te peten!!!!jajajaja

soy una chica demasiado ocupada (osea) como para pararme a escribir en blogs ajenos...bastante tengo con escribir el mio ¬¬