Doscientos días, veintitrés minutos y un segundo atrás me enamoré de ti.
Mi corazón dejó de hibernar al verte.
Unos días después me decepcionaste, mi corazón borracho lloró solo una noche de julio, me pediste perdón y todo se arregló.
Mi corazón volvió a confiar en ti, a tener una cierta esperanza de que esta vez si iba la vencida, sin importar si era la tercera o no.
En algún momento, no sabría decirte en cual intenté vestirte de príncipe azul y la cosa no fue bien, nunca te quedó bien un disfraz tan cutre.
Cien días después me dijiste adiós, a tu peculiar manera, luego volviste a por mí esperando encontrarme donde me habías dejado y te deparaste con que yo también sé moverme por mí misma y no te había esperado.
A mí tampoco me han quedado bien los disfraces de princesas que duermen cien años o cosas así, soy más bien una cenicienta moderna...
Hace 2 años
2 comentarios:
Muy bonito el relato, y con toda la razon del mundo, con un final muy bueno "soy más bien una cenicienta moderna..."
Un príncipe rana y una cenicienta moderna.
Besos!
Cuanto me suena esta historia... :S aunque no recuerdo que ese fuera el final... puede que aun no haya llegado. En todo caso, me suena bastante.
Molt bonica.
Publicar un comentario