martes, 14 de octubre de 2008

Doscientos días, veintitrés minutos y un segundo atrás me enamoré de ti.

Mi corazón dejó de hibernar al verte.
Unos días después me decepcionaste, mi corazón borracho lloró solo una noche de julio, me pediste perdón y todo se arregló.

Mi corazón volvió a confiar en ti, a tener una cierta esperanza de que esta vez si iba la vencida, sin importar si era la tercera o no.

En algún momento, no sabría decirte en cual intenté vestirte de príncipe azul y la cosa no fue bien, nunca te quedó bien un disfraz tan cutre.

Cien días después me dijiste adiós, a tu peculiar manera, luego volviste a por mí esperando encontrarme donde me habías dejado y te deparaste con que yo también sé moverme por mí misma y no te había esperado.

A mí tampoco me han quedado bien los disfraces de princesas que duermen cien años o cosas así, soy más bien una cenicienta moderna...

2 comentarios:

Unknown dijo...

Muy bonito el relato, y con toda la razon del mundo, con un final muy bueno "soy más bien una cenicienta moderna..."

Un príncipe rana y una cenicienta moderna.

Besos!

Anónimo dijo...

Cuanto me suena esta historia... :S aunque no recuerdo que ese fuera el final... puede que aun no haya llegado. En todo caso, me suena bastante.

Molt bonica.